· Epístola Universal de Santiago ·

La Sobria Sabiduría del Cristianismo Primigenio



· Escritos del Cristianismo Primitivo · Epístola de Santiago · Papiro 20 · P.Oxy. IX 1171 · Recto · Princeton Papyri Collections (C0401), AM 4117

· Papiro 20 · P.Oxy. IX 1171 · Recto ·
Princeton Papyri Collections (C0401), AM 4117

· Finales (a)  del s. III d. JC. ·
Capítulo 2, 19 al Capítulo 3,1 al 3
de la Epístola de Santiago.

 

 

"...el hombre 
es justificado 
por las obras,
y no solamente por la fe."
   
          Epístola de Santiago 2:24



La Epístola de Santiago es la primera de las Epístolas Universales o Católicas [1] del Nuevo Testamento acorde al orden en que aparecen las llamadas “columnas de la iglesia” (Santiago, Pedro y Juan) en la Epístola a los Gálatas del Apóstol Pablo (Gal 2:9). Le siguen la Primera y Segunda de Pedro, Primera, Segunda y Tercera de Juan y, por último, la Epístola de Judas. 

Sin embargo, no fue aceptado sino tardíamente en el Canon, de hecho no figura en el Canon Muratoriano, de finales del s. II d. JC. “Eusebio [de Cesarea] la clasifica entre los “Antilegomena” o escritos impugnados (Hist. Ecl.., III, XXV, II, XXIII)”.

En la Iglesia Latina, la Epístola de Santiago, no fue hasta el Concilio de Nicea (325 d. JC.) y sobre todo hasta finales del s. IV (concilio provincial de Hipona - a. 393 - y los III y IV de Cartago – a. 397 y 419) que esta obra fuera reconocida como canónica. En la Iglesia Oriental no fue reconocida como canónica del Nuevo Testamento hasta el Concilio Trulano (a. 692). La Iglesia Siríaca tardaría aún más en admitir las Epístolas Universales. [2]  

Santiago, el nombre en español con que es identificado este escrito, deriva de San Jacobo, del latín Sancti Iacob, transliteración del griego Iάκωβος, Iákōbos y éste a su vez del hebreo יעקב‎, Ya'akov.  
 

Existe un gran consenso en cuanto a considerarla, por su naturaleza y estilo, estrechamente relacionada con lo que ha sido denominado judeo- cristianismo, y aún más, “la muestra más significativa del pensamiento judeocristiano palestino”, [3] de importante intensidad en los albores del Cristianismo Primitivo y que, de forma gradual, terminaría por desaparecer “definitivamente” en el siglo V. 

La Epístola Universal de Santiago puede considerarse como una Carta dentro del género de instrucción de sabiduría (parénesis o paraenesis). “Un recurso permanente para una sabia orientación sobre cómo vivir la vida de acuerdo con la Torah y el discipulado de Jesús y con muchas similitudes con las obras conocidas como ProverbiosLibro del EclesiásticoLibro de la Sabiduría de Jesús, hijo  de Sirac, deuterocanónico sapiencial del Antiguo Testamento y con el Sermón de la Montaña del Evangelio según Mateo." [4]

Escrita originalmente en griego, la lengua “más adecuada para la difusión de ideas” en ese tiempo, y posiblemente redactada en Palestina y dirigida a "las Doce Tribus de la Diáspora”, se ha señalado su “cercanía” con la “literatura rabínica” (tratado “Avot” de la Misná), “La Regla de la Comunidad” (1QS)” y el “Documento de Damasco (CDA)” de los “Manuscritos de Qumrán” del judaísmo esenio, y con la literatura judía intertestamentaria como el apócrifo bíblico pseudoepigráfico “El Testamento de los Doce Patriarcas”. [5] [6] En cuanto a la “literatura cristiana no canónica” se ha señalado sus 
similitudes con “La Didajé” o “Doctrina de los Doce Apóstoles”, la “Epístola de Bernabé”, y muy especialmente con la “Primera Carta de Clemente”, y en gran medida, con el “Pastor de Hermas”. [7] También es manifiesta su estrecha relación con la Septuaginta, traducción del Antiguo Testamento del s. III a. JC. [7a] 

Ante las dudas de posibles interpolaciones añadidas de “Jesucristo” (St 1:1 y 2:1) se ha señalado la inexistencia de base de la perspectiva de crítica textual para tal aseveración

La autoría, y la datación, de este escrito es, como ha sido dicho, “uno de los más intrincados y debatidos territorios en el estudio de los orígenes del Cristianismo”. 

Son varias las personas identificadas como Jacobo o Santiago en el Nuevo Testamento. Y así encontramos:

Santiago, “el hijo de Zebedeo”, Apóstol, hermano de Juan Apóstol, llamado también por la tradición Santiago el Mayor. Si falleció sobre el año 44, degollado por orden de Herodes Agripa I (Hch. 12, 1 y 2) es poco probable que fuera el autor de la Epístola.

Santiago "el hijo de Alfeo, otro de los Doce Apóstoles. Este, según algunos estudiosos, sería el mismo Santiago identificado como Santiago el Menor (ho mikros), hermano de José o Joses (Mr 15:40 y Mt 27:56) e hijo de María, hermana, o tal vez cuñada, de María la Madre terrenal de Jesús, llamada también María Cleofás o Clopas, por ser esposa de éste.  Ambos “Santiagos” pues, serían según algunas interpretaciones, la misma persona y consideran que se correspondería con la persona de Santiago el Justo, el Hermano del Señor, Obispo de Jerusalén. [8]

Con todo, “...los estudiosos están de acuerdo en que Jacobo, el Hermano del Señor es el más probable autor de la carta”. Desde esta aseveración, como señala Timothy Johnson, “erudito e historiador estadounidense del Nuevo Testamento”, su redacción habría tenido lugar en algún momento de la Palestina judeocristiana entre el año 35 al 62 d. JC. [8a] De hecho, hasta podría se“el más temprano producto literario de la iglesia cristiana”, el escrito cristiano más antiguo,[9][10] un cristianismo que, al igual que Jesús, en su esencia era “judío” y por ello no pretendía sino que se cumplieran, verdaderamente, “la ley o los profetas”.[11]

"Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos."

                                                   Jn 4:22

En los Evangelios Sinópticos, son escasas las menciones a Santiago o Jacobo, “el hermano del Señor”. Aparece en el Evangelio según Marcos:

"¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él."

                                                                 Mr 6:3

 

 Y en el Evangelio según Mateo:

"¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?"

                                                                Mt 13:53

 

“La otra mayor fuente de información” del Nuevo Testamento sobre Santiago el Hermano del Señor son los “Hechos de los Apóstoles”. En ellos se muestra claramente que Santiago el Hermano del Señor no es un oponente del Apóstol Pablo, por el contrario, media entre él y sus oponentes en el debate de obligar a los gentiles a que deban circuncidarse y seguir estrictamente la Ley de Moisés, para formar parte del incipiente movimiento cristiano. 

En los Hechos de los Apóstoles el Apóstol Pedro indica que “Jacobo” sea informado de que el Señor "le había sacado de la cárcel” (la prisión de Herodes). [12]. Es claro que, en este tiempo, este Jacobo no podía ser el hermano de Juan pues había sido ejecutado antes por Herodes Agripa (Hch 12:2). También se muestra a “Jacobo”, “el hermano del Señor”, hablando con autoridad en el Concilio Apostólico de Jerusalén (año 48/49 d. JC.) contra la circuncisión de los Gentiles [13] y visitado por el Apóstol Pablo a su regreso de su Tercer Viaje Misionero, c. 58 d. JC. [14]. Se nos muestra y confirma con todas estas reseñas, la singular relevancia de Santiago en estos primeros años en la incipiente Comunidad Cristiana.

El Apóstol de Pablo refiere en su Primera Epístola a los Corintios (c. 54 d. JC) como fue a Santiago uno de los escogidos a quien aparece el Señor Resucitado [15] y lo reconoce, en su Epístola a los Gálatas, como uno de los tres pilares de la Iglesia en Jerusalén:

“Y como vieron la gracia que me era dada, Jacobo y Cefas y Juan, que parecían ser las columnas, nos dieron las diestras de compañía á mí y á Bernabé, para que nosotros fuésemos á los Gentiles, y ellos á la circuncisión." 
                                           Gálatas, 2:9

De hecho, la Tradición lo considera como el primer líder de la Iglesia de la Ciudad Santa, en el año 44 d. JC. [16]

Se entiende por las palabras del Apóstol Pablo que, Santiago, el hermano del Señor, era también Apóstol:

“pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.”

                             Gal 1:19 

 

Orígenes (c. 184 – 253) es el primer escritor cristiano, en el s. III, que hace referencia a este escrito como "una carta atribuida a Santiago", sin especificar quién es este "Santiago". [17]
 

«En su obra Historia Eclesiástica, Eusebio de Cesarea (260/265 -339/340) registra que Santiago llegó a ser Obispo, el primero, de Jerusalén (Hist. eccle 2.1. 1-4). También reseña que Clemente [de Alejandría] menciona a Santiago entre los fundadores de la Gnosis Cristiana (Hist. eccl. 2.1.3-4) en su Hypotyposeis, un comentario "sobre todas las escrituras canónicas"». [18]

Clemente de Alejandría confirma pues, la relevancia de Santiago el Justo:
«"Jesús, después de la Resurrección, confió la Gnosis primeramente a Santiago el Justo, a Pedro y a Juan; éstos a su vez la retransmitieron al resto de los Doce (Apóstoles), y los Doce a los Setenta, uno de los cuales era Bernabé." ("Hypotyposeis", Libro VII, citado por "Eusebio de Cesarea", "Historia Eclesiástica", "Libro 2".)»  

En el Dicho o logion 12 del Evangelio según Tomás de los Manuscritos de Nag Hammadi, se resalta la figura de Santiago [Jacob] el Justo:

“Los discípulos dijeron a Jesús: «Sabemos que tú te irás de nuestro lado {nos dejarás}. ¿Quién es el que será grande sobre nosotros?» Díjoles Jesús: «Dondequiera hayáis venido, iréis a Jacob {Santiago} el Justo, por quien llegaron a ser {fueron hechos} el cielo y la tierra».”
 [19] 

Santiago deviene pues en el receptor de revelaciones especiales del Señor resucitado[20]

Se ha señalado puntos comunes con algunos textos del Cristianismo Primitivo como “El Pastor de Hermas” [21] y es clara su alusión a Levítico 19:12-18. Con todo, hay indicios sólidos de que la Epístola de Santiago, fuera escrita “antes de la composición de los Evangelios Sinópticos” [22] o al menos antes de que las Enseñanzas de Jesús fueran expuestas en su forma más conocida, muy especialmente con “El Sermón de la Montaña” del Evangelio según Mateo y todo este Evangelio en general y junto a él, con la conocida como fuente primigenia de todos los evangelios de Mateo y Lucas -y posiblemente Tomás-, la “Fuente Q”[23]  [24]

Adscritos a Santiago son diversos textos de los llamados “Evangelios Apócrifos” o mejor dicho “Literatura Apócrifa del Nuevo Testamento” y de la Biblioteca Copta de Nag Hammadi. Y así, entre los primeros, el “Protoevangelio de Santiago”, datado posiblemente en la mitad del s. II d. JC, en el que se defiende con celo la Pureza de la Virgen María, la madre terrenal de Jesús.

En otro de los “textos apócrifos”, citado por San Jerónimo (c. 340- 420), el “Evangelio de los Hebreos” (s. II d. JC.), el Señor Jesús resucitado aparece a Su “Hermano” Santiago, ofreciéndole el pan que previamente ha bendecido y partido. [25]

Entre los textos de la Biblioteca Copta de Nag Hammadi, se encuentran:
a) El Apócrifo o Libro Secreto de Santiago (NHC I, 2)
b) (Primer) Apocalipsis de Santiago (NHC V, 3)
c) (Segundo) Apocalipsis de Santiago (NHC V, 4)

Estos tres tratados de los Manuscritos de Nag Hammadi junto con, el también texto de la Biblioteca, el Evangelio según Tomás, “mencionan a Santiago el Justo como el Sucesor de Jesús y el primer líder de la iglesia de Jerusalén”. [26] 

Finalmente, la figura de Jacobo o Santiago el Justo puede encontrarse en el cuerpo de literatura del Cristianismo Primitivo asociada con uno de los llamados Padres Apostólicos, Clemente de Roma, Clemente I, el tercer sucesor de San Pedro en Roma tras Lino y Cleto (c. 93 -101).  Junto a su Epístola a los Corintios (c. 96 d. JC), se halla un conjunto de textos pseudoepigráficos, conocidos como Literatura Clementina que incluye la Segunda Epístola, una homilía, y las dos Cartas a las Vírgenes. La designación de Pseudo-Clementinas, queda reservada habitualmente a una colección menor de textos que incluyen dos largos tratados, las Recognitiones (en 10 libros) y las Homilías (en 20 discursos). También se incluyen como parte de esta sección una Epístola de Pedro a Santiago, una Contestatio y una Epístola de Clemente a Santiago. Toda esta literatura extracanónica confirma que las generaciones posteriores consideraban a Santiago el Hermano del Señor como un líder de la Iglesia en Jerusalén, destacable por su piedad y rectitud y generalmente en compañía de otros, especialmente el Apóstol Pedro
[27]

Recientemente se ha señalado, aunque con reticencias de la comunidad de eruditos, la relación de la figura de Santiago el Justo con los Rollos esenios del Mar Muerto[28] 

En la Epístola de Santiago se destacan la “Ley Real del Reino” (nomos basilikos) conforme a la Escritura (kata ten grapen) “identificada con el precepto del amor” “Amarás a tu prójimo como a ti mismo (agapeseis ton plesión sou hos seauton) -, la “Ley del Amor”, por la que los cristianos se guían para vivir y la “Ley de la Libertad” (nomos eleutherias) por la que los cristianos serán juzgados y que se concreta en el Decálogo, los preceptos de Lev 19:12-18 y los ejemplos de fe (pistis) y paciencia (makrothymia) del Patriarca Abraham, “paradigma de la amistad con Dios”, de Rahab de Jericó, Job y el Profeta Elías, exhortando con todo ello a permanecer fieles al Pacto de Dios con el Pueblo de Israel. En estas características coincide plenamente con el Apóstol Pablo que considera a la Ley (ho nomos) como “espiritual (pneumatikos, Rom 7:14) y “santa y justa y buena” (Rom 7:12). Del mismo modo ambos, Pablo y Santiago, señalan que no es solo conocer sino cumplir la Ley de Dios, es imperativo. Así, el Apóstol Pablo declara “ou gar hoi akroatai nomou dikaioi para to theo allá hoi poietai nomou dikaiothesontai”, es decir porque no los oidores de la ley son justos para con Dios, mas los hacedores de la ley serán justificados Rom 2:13 RVA 1909 [29] 

Santiago fue lapidado por indicación de Ananías ben Ananías, Sumo Sacerdote del Templo en el año 62 d. JC., según señala el historiador Flavio Josefo (c. 37- c. 100) en sus Antigüedades Judías

Aunque el tiempo y el interés en obviar la matriz judía del primer cristianismo ha diluido su importancia, Santiago “el hermano del Señor” ha sido considerado la figura más prominente del incipiente cristianismo en el periodo comprendido entre la Resurrección de Jesús y su propia muerte. [30]

La Epístola Universal de Santiago el Justo, “el Hermano del Señor”, resulta singular no sólo por sus propias características controvertidas en cuanto a su autoría y redacción, cuándo y dónde fue redactada, sino, principalmente, por la sabiduría y la claridad diáfana de su mensaje

«"... ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? 
¿Podrá la fe salvarle?"

(La Epístola Universal de Santiago 2:14). 

"... la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma." 
(La Epístola Universal de Santiago 2:17). 

"... el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe."
(La Epístola Universal de Santiago 2:24).» 


La Epístola de Santiago coloca a su lector ante un espejo en el que mirarse y contemplar, sin subterfugios, la sinceridad y verdad de su vivir - transitorio como “vapor” o “neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece”- para con las Enseñanzas del “Señor Jesucristo”.  

H.T. Elpizein, junio de 2020

Actualizado en: septiembre de 2020


[a] Hunt, Arthur S., The Oxyrhynchus papyri, Part IX, pág. 9, 1912.

[1] «Del griego καθολικός, plural καθολικοί, catholicós, plural catholicoi que significa "universal, relativo a la totalidad".» Wikipedia Commons

[2] Pérez Millos, Samuel. COMENTARIO EXEGETICO AL TEXTO GRIEGO DEL NUEVO TESTAMENTO SANTIAGO, pág. 13, Editorial CLIE, 2011.

[3] Giménez de Aragón Sierra, Pedro. La Carta de Santiago y los orígenes del judeocristianismo, pág. 13, Ediciones El Almendro de Córdoba, S.L., 2016.

[4] Bruce Chilton, Jacob Neusner, The Brother of Jesus: James the Just and His Mission, pág. 110, Westminster John Knox Press, 2001.

[5] Luke Timothy Johnson, The Letter of James: A New Translation with Introduction and Commentary, pág. 43, Doubleday, 1995.

[6] Melero Gracia, Maria Luisa. Carta de Santiago, Relaciones literarias. Editorial Verbo Divino, 2015.

[7] Idem, pág. 68.

[7a] Ibidem, pág. 31.

[8] Pérez Millos, Samuel. COMENTARIO EXEGETICO AL TEXTO GRIEGO DEL NUEVO TESTAMENTO SANTIAGO, págs. 15 y 16, Editorial CLIE, 2011.

[8a] Luke Timothy Johnson, The Letter of James: A New Translation with Introduction and Commentary, págs. 92 y 121, Doubleday, 1995.

[9] Melero Gracia, Maria Luisa. Carta de Santiago, pág. 36. Editorial Verbo Divino, 2015.

[10] Giménez de Aragón Sierra, Pedro. IN MARI VIA TUA: Philological Studies in Honor of Antonio Piñero, La Carta de Santiago y los orígenes del judeocristianismo, pág. 601. Ediciones El Almendro de Córdoba, 2016.

[11] "No penséis que he venido para abrogar la ley ó los profetas: no he venido para abrogar, sino á cumplir." Mt 5,17 RVA 1909

[12] “Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto á Jacobo y á los hermanos. Y salió, y partió á otro lugar.” Hch 12, 17 RVA 1909

[13] “Y al día siguiente Pablo entró con nosotros á Jacobo, y todos los ancianos se juntaron”. Hch 21, 18 RVA 1909

[14] Hechos de los Apóstoles cap. 15, versículo 13 y siguientes.

[15] “Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles;” (“epeita ophte Iakobo, eita tois apostolois pasin”) 1 Co 15:7 RVA 1909

[16] Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica II.1. 3

[17] Giménez de Aragón Sierra, Pedro. IN MARI VIA TUA: Philological Studies in Honor of Antonio Piñero, La Carta de Santiago y los orígenes del judeocristianismo, pág. 597. Ediciones El Almendro de Córdoba, 2016.

[18] Luke Timothy Johnson, Brother of Jesus, Friend of God: Studies in the Letter of James, pág. 39, Wm. B. Eerdmans Publishing, 2004.

[19] · Evangelio según Tomás · Biblioteca Copta de Nag Hammadi (NHC II, 2) · H.T. Elpizein · Ediciones Epopteia, 2018 ·

[20] John Painter,  Just James: The Brother of Jesus in History and Tradition, Second Edition, pág. 5, T & T Clark, 2004.

[21] Luke Timothy Johnson, Brother of Jesus, Friend of God: Studies in the Letter of James, pág. 56.

[22] Ibidem, pág. 154.

[23] John Painter,  Just James: The Brother of Jesus in History and Tradition, Second Edition, pág. 260, T & T Clark, 2004. 

[24] Luke Timothy Johnson, The Letter of James: A New Translation with Introduction and Commentary, pág. 119, Doubleday, 1995.

[25] «Mas el Señor, después de haber dado la sábana al criado del sacerdote, se fue hacia Santiago y se le apareció. (Pues es de saber que éste había hecho voto de no comer pan desde aquella hora en que bebió el cáliz del Señor, hasta tanto que le fuera dado verle resucitado de entre los muertos). Y poco después: “Traed - dijo el Señor- la mesa y el pan”. Y a continuación se añade: “Tomó un poco de pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a Santiago el Justo, diciéndole: Hermano mío, come tu pan, porque el Hijo del Hombre ha resucitado de entre los muertos”.»

[26] John Painter,  Just James: The Brother of Jesus in History and Tradition, Second Edition, pág. 177, T & T Clark, 2004.

[27] Luke Timothy Johnson, The Letter of James: A New Translation with Introduction and Commentary, pág. 103 y 104, Doubleday, 1995.

[28] Robert Eisenman, James the Brother of Jesus and the Dead Sea Scrolls: The Historical James, Paul the Enemy, and Jesus' Brothers as Apostles,  Viking, 1997 y  James the Brother of Jesus: The Key to Unlocking the Secrets of early Christianity and the Dead Sea Scrolls II, Grave Distractions Publications, 2012

[29] Luke Timothy Johnson, The Letter of James: A New Translation with Introduction and Commentary, pág. 61, Doubleday, 1995.

[30] Sean Freyne, RETRIEVING JAMES/YAKOV, THE BROTHER OF JESUS From Legend to History, pág. 8, Bard College, 2008.




· Escritos del Cristianismo Primitivo · Epístola de Santiago · Papiro 20 · P.Oxy. IX 1171 · Verso · Princeton Papyri Collections (C0401), AM 4117 ·

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· E p í s t o l a   de   S a n t i a g o ·


Santiago 1

1 JACOBO, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, á las doce tribus que están esparcidas, salud.

2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando cayereis en diversas tentaciones;

3 Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia.

4 Mas tenga la paciencia perfecta su obra, para que seáis perfectos y cabales, sin faltar en alguna cosa.

5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela á Dios, el cual da á todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada.

6 Pero pida en fe, no dudando nada: porque el que duda es semejante á la onda de la mar, que es movida del viento, y echada de una parte á otra.

7 No piense pues el tal hombre que recibirá ninguna cosa del Señor.

8 El hombre de doblado ánimo es inconstante en todos sus caminos.

9 El hermano que es de baja suerte, gloríese en su alteza:

10 Mas el que es rico, en su bajeza; porque él se pasará como la flor de la hierba.

11 Porque salido el sol con ardor, la hierba se secó, y su flor se cayó, y pereció su hermosa apariencia: así también se marchitará el rico en todos sus caminos.

12 Bienaventurado el varón que sufre la tentación; porque cuando fuere probado, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido á los que le aman.

13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de Dios: porque Dios no puede ser tentado de los malos, ni él tienta á alguno:

14 Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y cebado.

15 Y la concupiscencia, después que ha concebido, pare el pecado: y el pecado, siendo cumplido, engendra muerte.

16 Amados hermanos míos, no erréis.

17 Toda buena dádiva y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

18 El, de su voluntad nos ha engendrado por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oir, tardío para hablar, tardío para airarse:

20 Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.

21 Por lo cual, dejando toda inmundicia y superfluidad de malicia, recibid con mansedumbre la palabra ingerida, la cual puede hacer salvas vuestras almas.

22 Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos.

23 Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.

24 Porque él se consideró á sí mismo, y se fué, y luego se olvidó qué tal era.

25 Mas el que hubiere mirado atentamente en la perfecta ley, que es la de la libertad, y perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho.

26 Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana.

27 La religión pura y sin mácula delante de
Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo.


Santiago 2

1 HERMANOS míos, no tengáis la fe de nuestro Señor Jesucristo glorioso en acepción de personas.

2 Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro, y de preciosa ropa, y también entra un pobre con vestidura vil,

3 Y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Siéntate tú aquí en buen lugar: y dijereis al pobre: Estáte tú allí en pie; ó siéntate aquí debajo de mi estrado:

4 ¿No juzguáis en vosotros mismos, y venís á ser jueces de pensamientos malos?

5 Hermanos míos amados, oid: ¿No ha elegido Dios los pobres de este mundo, ricos en fe, y herederos del reino que ha prometido á los que le aman?

6 Mas vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran á los juzgados?

7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fué invocado sobre vosotros?

8 Si en verdad cumplís vosotros la ley real, conforme á la Escritura: Amarás á tu prójimo como á ti mismo, bien hacéis:

9 Mas si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y sois reconvenidos de la ley como transgresores.

10 Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos.

11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no hubieres matado, ya eres hecho transgresor de la ley.

12 Así hablad, y así obrad, como los que habéis de ser juzgados por la ley de libertad.

13 Porque juicio sin misericordia será hecho con aquel que no hiciere misericordia: y la misericordia se gloría contra el juicio.

14 Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?

15 Y si el hermano ó la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,

16 Y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos; pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo: ¿qué aprovechará?

17 Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma.

18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

19 Tú crees que Dios es uno; bien haces: también los demonios creen, y tiemblan.

20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?

21 ¿No fué justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció á su hijo Isaac sobre el altar?

22 ¿No ves que la fe obró con sus obras, y que la fe fué perfecta por las obras?

23 Y fué cumplida la Escritura que dice: Abraham creyó á Dios, y le fué imputado á justicia, y fué llamado amigo de Dios.

24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.

25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fué justificada por obras, cuando recibió los mensajeros, y los echó fuera por otro camino?

26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta.


Santiago 3

1 HERMANOS míos, no os hagáis muchos maestros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.

2 Porque todos ofendemos en muchas cosas. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, que también puede con freno gobernar todo el cuerpo.

3 He aquí nosotros ponemos frenos en las bocas de los caballos para que nos obedezcan, y gobernamos todo su cuerpo.

4 Mirad también las naves: aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde quisiere el que las gobierna.

5 Así también, la lengua es un miembro pequeño, y se gloría de grandes cosas. He aquí, un pequeño fuego ­cuán grande bosque enciende!

6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Así la lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, é inflama la rueda de la creación, y es inflamada del infierno.

7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres de la mar, se doma y es domada de la naturaleza humana:

8 Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado; llena de veneno mortal.

9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos á los hombres, los cuales son hechos á la semejanza de Dios.

10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas.

11 ¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga?

12 Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, ó la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce.

13 ¿Quién es sabio y avisado entre vosotros? muestre por buena conversación sus obras en mansedumbre de sabiduría.

14 Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriés, ni seáis mentirosos contra la verdad:

15 Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica.

16 Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.

17 Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida.

18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz.


Santiago 4

1 ¿DE dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros?

2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y gerreáis, y no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.

3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

4 Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.

5 ¿Pensáis que la Escritura dice sin causa: El espíritu que mora en nosotros codicia para envidia?

6 Mas él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste á los soberbios, y da gracia á los humildes.

7 Someteos pues á Dios; resistid al diablo, y de vosotros huirá.

8 Allegaos á Dios, y él se allegará á vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros de doblado ánimo, purificad los corazones.

9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.

10 Humillaos delante del Señor, y él os ensalzará.

11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano, y juzga á su hermano, este tal murmura de la ley, y juzga á la ley; pero si tú juzgas á la ley, no eres guardador de la ley, sino juez.

12 Uno es el dador de la ley, que puede salvar y perder: ¿quién eres tú que juzgas á otro?

13 Ea ahora, los que decís: Hoy y mañana iremos á tal ciudad, y estaremos allá un año, y compraremos mercadería, y ganaremos:

14 Y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.

15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto ó aquello.


16 Mas ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala.

17 El pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace.


Santiago 5

1 EA ya ahora, oh ricos, llorad aullando por vuestras miserias que os vendrán.

2 Vuestras riquezas están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla.

3 Vuestro oro y plata están corrompidos de orín; y su orín os será testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego. Os habéis allegado tesoro para en los postreros días.

4 He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama; y los clamores de los que habían segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.

5 Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios.

6 Habéis condenado y muerto al justo; y él no os resiste.

7 Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía.

8 Tened también vosotros paciencia; confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca.

9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, porque no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.

10 Hermanos míos, tomad por ejemplo de aflicción y de paciencia, á los profetas que hablaron en nombre del Señor.

11 He aquí, tenemos por bienaventurados á los que sufren. Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y piadoso.

12 Mas sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por otro cualquier juramento; sino vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no; porque no caigáis en condenación.

13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? haga oración. ¿Está alguno alegre? cante salmos.

14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? llame á los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.

15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si estuviere en pecados, le serán perdonados.

16 Confesaos vuestras faltas unos á otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos; la oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho.

17 Elías era hombre sujeto á semejantes pasiones que nosotros, y rogó con oración que no lloviese, y no llovió sobre la tierra en tres años y seis meses.

18 Y otra vez oró, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto.

19 Hermanos, si alguno de entre vosotros ha errado de la verdad, y alguno le convirtiere,

20 Sepa que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su camino, salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.

"Reina-Valera Antigua (RVA)
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· Epístola de Santiago · La Sobria Sabiduría del Cristianismo Primigenio · H.T Elpizein · Ediciones Epopteia · 2020 ·
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· Torah · Boloña, Italia ·1155-1225 d. JC. · Crédito de la foto AP Photo Alma Mater Studiorum Universita 'di Bologna