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    "Atiéndete a ti mismo"  

-Extractos de la Homilía III de Basilio de Cesarea-

"Sobre aquellas palabras de Moisés: Atiéndete  a ti mismo" 

(Dt 15,9) [Texto griego de los "LXX"]

 

“Tal es la sentencia que poco ha nos leyeron de los libros de Moisés, de la cual os acordaréis muy bien los diligentes; a no ser que por su brevedad haya pasado ligeramente por vuestros oídos. Dice, pues, así: 

“Atiende a ti mismo, 

no sea que- alguna vez- una palabra oculta, 

se haga iniquidad en tu corazón.”

                                  [Dt. 15.9 según el texto griego de la Septuaginta] 

“Somos los hombres inclinados a los pecados del pensamiento. Por eso el que formó uno por uno nuestros corazones, sabiendo que la principal parte del pecado se comete con el apetito de la voluntad, ordenó en nosotros la pureza como la primera en la parte más noble. El sitio donde más fácilmente resbalamos al pecado lo ha favorecido con mayor esmero y vigilancia.” 

“Y así como los médicos más previsores, defienden muy de antemano con medicinas preservativas las partes más débiles de los cuerpos; de la misma manera, el Común Curandero y Verdadero Médico de las almas, previno con más poderosos auxilios lo que conoció estar en nosotros más inclinado al pecado. Las acciones del cuerpo necesitan tiempo, oportunidad, trabajos, ayudantes, y los demás gastos. No así los movimientos de la mente, pues se ejecutan instantáneamente, se acaban sin cansancio, se detienen sin hacer nada; todo tiempo es apto para ellos.” 

“Suele ocurrir que algún arrogante y vanaglorioso de su castidad, revestido por afuera con mascaras de pudor, sentándose muchas veces en medio de los que le llaman dichoso por su virtud, acude con su mente, por el oculto movimiento del corazón, al lugar del pecado. Ve con la imaginación lo que desea. Finge compañías indecorosas. Píntase claramente el placer en la escondida oficina de su corazón. Comete el pecado allá dentro sin testigos; desconocido por todos hasta que venga el que ha de descubrir los escondrijos de las tinieblas, y manifestar los deseos de los corazones.”(1 Co. 4.5) 

“Atiende, pues, no sea que alguna vez algún pensamiento oculto se haga iniquidad en tu corazón. Porque el que mire a una mujer para codiciarla, ya ha cometido adulterio en su corazón. Las acciones corporales las interrumpen muchos, mas el que peca con el deseo, ha cometido él pecado con la velocidad de los pensamientos. Por lo cual, contra esto tan resbaladizo, se nos dio pronto precaución. Así lo atestiguan las palabras: No sea que alguna vez una palabra oculta se haga delito en tu corazón.” 

“Atiende a ti mismo para que puedas discernir lo dañoso de lo saludable.”

 

       "-Dos maneras de atender a sí mismo-” 

“Dos maneras hay de atender: una, contemplando con los ojos corporales las cosas visibles; otra, elevando la Facultad Espiritual del alma a la contemplación de las cosas incorpóreas. Si dijésemos que este precepto solo se refiere a la acción de los ojos, mostraremos de inmediato la imposibilidad de esto. Porque ¿cómo uno se abarcaría a sí todo con el ojo? Pues, ni el ojo usa de su mirada para verse a sí mismo, ni puede ver la parte superior de la cabeza, ni las espaldas, ni el rostro, ni la interior disposición de las entrañas. Por otra parte, sería una impiedad decir que no pueden guardarse los mandamientos del Espíritu Santo.” 

“Resta, pues, que entendamos el precepto en cuanto se refiere a la acción del entendimiento.” 

“Atiende a ti mismo, es decir: examínate a ti mismo por todas partes. Ten despiertos los ojos del alma para vigilarte a ti mismo.” 

“Yacen ocultas por todas partes, trampas puestas por el enemigo. Examina, pues, todo lo que está a tu alrededor, para que te libres como el gamo de los lazos, y como el ave de la trampa.(Pr. 6.5)  Porque al gamo no se le puede agarrar con lazos por la agudeza de su vista, por donde se lo llama así por la perspicacia de sus ojos. Y el pájaro, cuando está atento, con sus ligeras alas se remonta sobre las celadas de los cazadores.” 

“Pues mira. No te muestres más perezoso que los irracionales en vigilarte a ti mismoEstá atento no sea que, alguna vez, enredado en los lazos, seas presa del diablo, cazado por él en vida para ser su juguete.” 

“Atiende únicamente a ti mismo, a tu alma.”

“Atiende, pues, a ti mismo; a saber, no a tus cosas, ni a lo que te rodea, sino atiende únicamente a ti mismo. Porque una cosa somos nosotros mismos, y otra nuestras cosas; y otra, todo lo que nos rodeaNosotros somos el alma y la mente en cuanto que hemos sido hechos a imagen del Creador. Cosa nuestra es el cuerpo y sus sentidos. Lo que nos rodea son las riquezas, artes y lo demás concerniente a la vida.” 

“¿Qué dice, pues, la sentencia? No atiendas a la carne ni busques en manera alguna su bien; la salud, la hermosura, el goce de los placeres, la larga vida. No admires las riquezas, la honra y el poder. No tengas por cosa grande cuanto satisface las necesidades de la vida temporal, no sea que desprecies, por la afición a estas cosas, la vida más excelente que tienes." 

"Atiende a ti mismo; es decir a tu alma."  

Adórnala, cuídala, hasta que desaparezca, por tu diligencia, toda suciedad que se la haya pegado del mal. Procura borrar toda la deshonra que le haya venido del pecado. Adórnala y embellécela con galas de virtud.”

“Examínate a ti mismo quien eres. Conoce tu naturaleza: que es mortal tu cuerpo, e inmortal el alma. Conoce que tenemos una vida doble: una, perteneciente a la carne, que pasa velozmente; otra, perteneciente al alma, que no tiene límite.” 

“Reflexiona diligentemente sobre ti mismo para dar a cada uno lo conveniente.” 

“Atiende, pues, a ti mismo. No te pegues a las cosas perecederas como si fueran eternas. No desprecies las eternas como si fueran pasajeras. Desprecia la carne, porque pasa; Cuida del alma, que es inmortal. Reflexiona con toda diligencia sobre ti mismo, para que aprendas a dar a cada uno lo conveniente: a la carne los alimentos y los vestidos, y al alma las enseñanzas de la piedad, el comportamiento honesto, el ejercicio de la virtud, el dominio de las pasiones. Atiende a ti mismo para que no engordes excesivamente al cuerpo, ni andes solícito por la abundancia de la carne. Porque la carne desea contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne y mutuamente se contrarían ambos.”(Gá 5.17) 

“Atiende a ti mismo, no sea que, condescendiendo con la carne, des mayor poder al que menos vale. Porque así como en los fieles de las balanzas, si cargas mucho un platillo haces necesariamente al que está enfrente, en el lado contrario, más ligero, así también en el cuerpo y en el alma la superioridad del uno comporta necesariamente la debilidad del otro. Y es así, que gozando de bienestar el cuerpo, y pesado por su obesidad, necesariamente el entendimiento esta débil y flojo para sus operaciones propias, mientras que, por el contrario, estando bien el alma y levantada a su propia grandeza, por medio de ejercicio del bien, siéguese el que la debilite esta complexión del cuerpo”. 

“-Precepto útil para todos-” 

“Y este mismo precepto es útil para los débiles, y en sumo grado consciente para los fuertes. También los médicos de las enfermedades aconsejan a los pacientes a que atiendan a sí mismos, y nada descuiden de lo perteneciente a su salud. Pues de una manera semejante, la sentencia, el Médico de nuestras almas, sana con este pequeño remedio al alma enferma por el pecado. Atiende por lo tanto a ti mismo, para que conforme lo exige tu delito, recibas el remedio de la salud.” 

Únicamente atiende a ti mismo, para que conozcas la salud y la enfermedad del alma. Porque muchos teniendo grandes e incurables enfermedades, ni se dan cuenta siquiera, por su excesiva inconsideración, que están enfermos.” 

“Atiende a ti mismo. No tuerzas el camino, no te separes a la derecha o a la izquierda. Vete por el camino real.” 

“Tú labrador, cava alrededor de la higuera infructuosa y arroja allí lo que ayude para la fecundidad.” 

“Tú que eres soldado, colabora al Evangelio, pelea valiente, combate contra todos los Espíritus del mal, contra las pasiones de la carne; toma toda la armadura de Dios: no te compliques en los negocios de la vida para que agrades al que te eligió para su milicia.”

“Tú, atleta, atiende a ti mismo. No faltes a las leyes atléticas; porque ninguno es coronado si no luchó legalmente. Imita a San Pedro que corría y peleaba y era luchador; y así tú, como un buen combatiente, ten firme la mirada de tu alma. Cubre las partes más peligrosas con el impedimento de tus manos; ten fijos los ojos en el adversarioEn tus carreras tiende tu vista a lo que te queda por delante. Corre de suerte que ganes el premio.(1 Co. 9.24) Oponte en la lucha a los enemigos invisibles.” 

“Tal quiere la sentencia que seas durante la vida; no cobarde ni perezoso, sino cauto y vigilante gobernador de ti mismo.” 

“Atiende a ti mismo. Se sobrio, aconsejado, observador de las cosas presentes,  previsor de lo futuro. No pierdas lo ya presente, por tu pereza, ni te prometas el goce de lo que ni es, ni tal vez será, como si estuviese ya en tus manos.” 

“Tener sueños estando despierto, es una enfermedad propia de un alma débil y perezosa.” “Pues bien, la Escritura, para estrujar esta vana soberbia de la inteligencia, y esta vanagloria de nuestros pensamientos, y para reprimir como con un freno de inconstancia de la mente, nos anuncia este grande y sabio precepto:  

"Atiende a ti mismo, sin prometerte lo que no existe, y dirige las cosas presentes a tu utilidad.”

 

        “-Atiende a ti mismo y no quieras averiguar los males de otros-” 

“Creo que el Legislador usó también esta amonestación para hacer desaparecer asimismo este vicio de la sociedad. El indagar curiosamente los males ajenos, nos es más fácil a todos, que el indagar diligentemente lo propio.  A fin de que esto no suceda, [el legislador nos] dice:  

"Cesa de averiguar los males ajenos. No entregues a la ociosidad tus pensamientos para que se ocupen de la vida de los demás. Atiende a ti mismo, a saber, vuelve los ojos de tu alma para averiguar tus propias cosas". Pues muchos, como dice el Señor, ven una pajuela en el ojo de su hermano, y no ven la viga que llevan en el suyo.”(Mt. 7.3)

Por lo tanto, no ceses de examinarte a ti mismo." 

Examina tu vida, si marcha conforme al precepto. No te preocupes de lo que hay por de fuera a tu alrededor. No te ocupes de observar y ver, si acaso, puedes encontrar en alguna parte ocasión de reprender a alguno. No seas como aquel soberbio y arrogante fariseo que estaba de pie  llamándose a sí mismo justo, y despreciando al mismo tiempo al publicano. Tú, por el contrario, no ceses de pedirte cuenta a ti mismo. Examínate si has pecado con tu pensamiento, si tu lengua se ha deslizado en algo, adelantándote a la razón, si en las obras de tus manos has hecho algo temerario. Y si en tu vida encontrares muchos pecados (y seguramente que siendo hombre los encontraras), di con él publicano: Oh Dios mío, compadeceos de mi, que soy un pecador.”(Lc. 18.13)

       

 “-Sentencia útil para todas las circunstancias de la vida-” 

“Atiende, pues, a ti mismo. Esta sentencia aun cuando tu vida se deslice prósperamente y goces de espléndida felicidad, será útil como un buen consejero que trae a la memoria las cosas humanas. Y si eres atribulado por las adversidades, irá también a su tiempo junto a tu corazón; de modo que ni la soberbia te levantará a jactancia, ni tampoco caerás por la desesperación en una deshonrosa tristeza.” 

“¿Estás orgulloso por tus riquezas y te jactas de la gloria de tus antepasados? ¿Te engríes de la patria y de la belleza del cuerpo y de los honores que de todos recibes? Atiende a ti mismo que eres mortal, que eres tierra y en tierra te has de convertir. Vuelve la vista hacia los que antes de ti estuvieron en semejantes honras. ¿Donde están los que fueron admirados por su poder político? ¿Donde los oradores invencibles? ¿Donde los que reunían públicas, asambleas; los que alimentaban briosos corceles, los generales, los sátrapas, los tiranos? ¿No es todo polvo? ¿No fue todo fabula? ¿No se conserva en unos pocos huesos la memoria de su vida? Revuelve las sepulturas, a ver si puedes distinguir cual fue el siervo y cual el señor, quién el pobre y quién el rico. Separa, si puedes, al vasallo del rey, al valiente del cobarde, al hermoso del feo.”

“¿Eres de nacimiento humilde y desconocido, pobre nacido de pobres, sin casa, sin ciudad, débil, necesitado del alimento de cada día? ¿Temes a los poderosos y te abajas por lo humilde de tu vida? El pobre, dicen los Proverbios, no sufre la amenaza.(Pr. 13.8) Pero no te desalientes. Si en la actualidad no tienes nada digno de ser emulado,  no depongas por eso tu esperanza. Levanta tu ánimo a los bienes que ya te ha comunicado Dios, y a los que te esperan después por su promesa.”

“En tu poder está el acercarte a Dios por medio de los mandamientos. El Reino de los Cielos está dispuesto para ti. Coronas de justicias, están preparadas para quien no huye de los trabajos de la virtud.” 

“En todas las ocasiones ten presente este precepto: "Atiende a ti mismo".” 

      

"-El diligente examen de sí mismo conduce al conocimiento de Dios-” 

“Por último, el diligente examen de ti mismo, te conducirá, como por la mano, al conocimiento de Dios." 

"Pues, si atiendes a ti mismo, nada te costará investigar mediante la disposición de las cosas creadas, al Hacedor. En ti mismo, como en un "microkosmos" advertirás la gran sabiduría del Creador. Por el alma inmortal que en ti habita, entenderás que Dios es incorpóreo." 

"Entenderás que no está limitado a ningún lugar alguno, sino que ocupa lugar por la unión que tiene con el cuerpo. Creerás que Dios es invisible, al reflexionar sobre tu alma, porque tampoco a ésta se le puede ver con los ojos del cuerpo. Pues ni tiene color, ni figura, ni le conviene ninguna cualidad del cuerpo, sino que tan solo por sus operaciones se la conoce. Por lo tanto, no pretendas conocer a Dios por tus ojos, sino que trayendo la fe a tu mente, has de tener de Él un Conocimiento Espiritual.” 

Atiende, pues, a ti mismo, para que atiendas a Dios..." 

                                 San Basilio Magno, Extractos Homilia III 



 

H. T Elpizein 

Referencia: 

T ElpizeinHesykhios, Escritos del Cristianismo Primitivo,  Basilio de Cesarea·Homilía III· Extractos·, mayo 2018 <http://escritosdelcristianismoprimitivo.com/Basilio-de-Cesarea/> 


Crédito imagen: Manuscrito del s. XIV. Harley MS 5576, ff 75-242, St. Basil of Cesarea, 40 homilies. British Library www.bl.uk.